por una forma de ilustración científica menos realista pero más cercana a la realidad
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- Ilustración científica: ¿divulgación científica o ciencia académica?
- Los elementos «que sobran»: estética vs utilidad
- Ilustración científica no equivale a hiperrealismo
- Arte, ciencia y entretenimiento
- Dejar espacio para el crecimiento artístico y la marca personal
¿Es esta pintura de Paul Klee ilustración científica? De buenas a primeras, diríamos que no, puesto que es una obra de arte que danza entre el expresionismo y la abstracción. Sin embargo, pese a que Klee no tenía ninguna intención científica (que nosotros sepamos) al realizar esta obra, la ciencia está en ella.

La geometría y las matemáticas están presentes en este cuadro, convirtiéndolo en una maravillosa herramienta para tratar estos campos en muchos contextos distintos. En base a esto podríamos admitir que, incluso las obras de arte menos realistas y alejadas de la ciencia, pueden llegar a tener un papel muy útil en la comunicación de la misma, a pesar de que sus objetivos iniciales no tuviesen nada que ver con la divulgación científica. Podríamos hablar del Bosco y las incontables aves reconocibles en el jardín de las delicias, o del cubismo de Picasso y las matemáticas que se pueden llegar a desgranar de sus cuadros. Podríamos hablar entonces de cuáles son los límites y barreras artísticas que tiene o debería tener la ilustración científica (si es que debe tenerlas). Y, por supuesto, podríamos hablar de cómo con intención de divulgar se puede conseguir comunicar ciencia de muchas formas distintas.
A continuación vamos a echarle un ojo al mundo de la ilustración científica, con sus objetivos, contextos y vertientes para intentar entender mejor esta disciplina como rama artística, herramienta comunicativa y medio de divulgación científica.
1. Ilustración científica: ¿divulgación científica o ciencia académica?
Las definiciones más comunes y recurrentes que podemos encontrar de la ilustración científica suelen describir esta rama de la ilustración como un medio visual que debe representar un concepto científico de forma fiel, exacta y objetiva, sin dejar espacio a ninguna licencia artística. Todo debe servir a un propósito científico y útil. Esta es la definición que dan entidades como Illustraciencia, uno de los proyectos más importantes (si no el más importante) de ilustración científica en el mundo hispanohablante.
Su definición es muy formal: describe a la perfección todas aquellas ilustraciones realizadas con un contexto académico o de investigación en mente y, por ende, con un público objetivo generalmente limitado.
«la cultura científica va muchísimo más allá de la esfera académica y la investigación»
Cuando se realiza una ilustración científica para un contexto académico o de investigación, como puede ser un paper científico, el receptor generalmente formará parte de un público especializado que fácilmente ya esté interesado en la temática que se está tratando. Quizá la ilustración sirva exclusivamente a propósitos de investigación, por lo que se justifica aún más la necesidad de que esta sea exacta, objetiva y sin libertades artísticas. Es una definición de la ilustración científica muy útil y muy necesaria para la ciencia. Pero no debería ser la única, ya que la cultura científica va muchísimo más allá de la esfera académica y la investigación.
Esta es la definición que dan entidades como Illustraciencia, uno de los proyectos más importantes (si no el más importante) de ilustración científica en el mundo hispanohablante. Una definición muy formal.
Esta definición deja fuera del concepto «ilustración científica» a grandes (y también pequeños) ilustradores e ilustradoras que realizan una labor de divulgación científica muy valiosa. Y el hecho de no considerarlos (según esta definición) ilustradores científicos puede incluso llegar a desacreditar su trabajo como divulgadores. Veamos ejemplos para entender a qué nos referimos.
Esta ilustración de un mandril (Mandrillus sphinx) hecha por Kevin Aguilar es una representación fiel de la especie, mostrando las características idealizadas que la hacen reconocible como especie, un prototipo ilustrado con un estilo que tiende al hiperrealismo y sin licencias artísticas. Es una ilustración científica formal, y entraría en la primera definición más clásica (completamente válida y necesaria) de ilustración científica.


Pero también podemos analizar esta ilustración de diversos primates hecha por Owen Davey, ilustrador y diseñador con un gran número de libros ilustrados publicados sobre biodiversidad. Su ilustración está lejos de ser «una representación fiel y realista de las especies». Son ilustraciones vectoriales, bastante geométricas y con un importante componente de diseño. Tiene estilo propio y hace una clara interpretación de la realidad. Y, sin embargo, las especies son perfectamente reconocibles. El mandril está incluso en una posición similar al anterior ejemplo, mostrando sus características identificativas (simplificadas).
Cumple el objetivo en su contexto: mostrar la diversidad de especies de un determinado grupo de primates. No es una ilustración de guía formal de identificación, pero sí una ilustración divulgativa para adentrarnos en el mundo de los primates. Es una ilustración científica informal.

Lo mismo podríamos hacer con esta ilustración científica de Rachel Ignotofsky, ilustradora de renombre en Estados Unidos. La ilustración de la palmera es claramente una abstracción de la realidad, una interpretación de lo que es una palmera, y también un dibujo genérico que puede servir a alguien que no sepa nada de este grupo de plantas. Su objetivo es introducir al espectador en la anatomía básica de la palmera y, para ello, ha desarrollado un estilo carismático, propio y reconocible que puede ser muy útil para un divulgador científico. El valor de la estética y el diseño para la comunicación es inconmensurable, y eso tampoco debemos perderlo de vista. Ahondemos en este concepto.
2. Los elementos «que sobran»: estética vs utilidad
Las aves del paraíso son una familia de aves presentes en Oceanía, conocidas por los ostentosos plumajes de los machos para atraer a las hembras en la época reproductiva. Las plumas de estos machos suelen ser largas y coloridas, o con formas originales, y su único objetivo es el estético. Los machos de estas especies necesitan de la estética para atraer la atención de las hembras y convencerlas de que ellos son la mejor elección para reproducirse. En comunicación pasa algo parecido. La estética es una gran herramienta para captar el interés del receptor y, por lo tanto, vital para que la información llegue al otro lado.
En un contexto divulgativo e informal los elementos decorativos son elementos importantes y también cumplen una función vital cuando están bien trabajados y situados. Despreciarlos a veces puede ser contraproducente y, aunque estén «vacíos de contenido», sí que llenan la ilustración con nuevas capas artísticas (e incluso científicas) que pueden dar un mayor valor divulgativo a la obra (por una mera cuestión estética).
La estética es una gran herramienta para captar el interés del receptor y, por lo tanto, vital para que la información llegue al otro lado.
3. Ilustración científica no equivale a hiperrealismo
No. Ni siquiera en la ilustración científica formal. Puede ser muy útil en algunos casos, pero no siempre es necesario. A veces, todo lo contrario. Pongamos un ejemplo.
La órbita terrestre alrededor del sol es una elipse. Esto es así, matemáticamente demostrado, con una diferencia respecto a un círculo perfecto de unos 5 millones de kilómetros. Así lo aprendemos en la escuela, y así lo recordamos de las ilustraciones en los libros de ciencias.

Ahora bien, si pudiésemos observar la órbita terrestre alrededor del sol desde cierta distancia, en la realidad, en el espacio, a nuestros ojos no sería muy distinta a un círculo perfecto. En esas proporciones, la diferencia es pequeña e indistinguible para el ojo desnudo. ¿Significa que la órbita no es elíptica? No. ¿Significa que las representaciones que se han hecho históricamente de la traslación de la tierra son incorrectas? Tampoco. Las ilustraciones siempre han sido exageradas, y para nada hiperrealistas. Pero han servido a un objetivo comunicativo vital: hacer llegar el mensaje de forma clara y visual de que la órbita terrestre alrededor del sol es una elipse. De haberla dibujado circular, más realista, este mensaje sería más difícil de transmitir e, irónicamente, más alejado de la realidad.

Esto nos lleva a pensar en cómo moldeamos y seleccionamos la información cuando
hacemos una ilustración. En caso de la órbita, la decisión más acertada es exagerar la forma
de la traslación de la tierra. Pero si pretendemos, por ejemplo, hablar de cómo la inclinación del eje de la tierra provoca las estaciones, sería inteligente no mostrar la órbita con una elipse, para evitar la común confusión de que estas están provocadas por esa órbita elíptica y no por el eje inclinado del planeta.
Por lo tanto, podríamos decir que el realismo y el hiperrealismo no siempre son la solución más acertada a la hora de ilustrar ciertos conceptos científicos.
Según la complejidad de los conceptos que vamos
a transmitir, deberíamos poder confiar en la capacidad de interpretación del receptor e incluso sacarle partido a ese ejercicio de interpretación.
En este sentido también cabe destacar la importancia de la abstracción y la interpretación de la realidad y del arte a la hora de hacer una ilustración científica informal. La falta de realismo no tiene por qué hacer de una ilustración menos comprensible (ni menos rigurosa). La palmera de Rachel Ignotofsky es una abstracción de una palmera, una idea de lo que es una palmera. Una imagen subjetiva de una palmera. Pero el receptor es capaz de interpretar esa ilustración y trasladarla a la realidad, identificando en el mundo real esos elementos «abstractos» que ha observado en el dibujo. Según la complejidad de los conceptos que vamos a transmitir, deberíamos poder confiar en la capacidad de interpretación del receptor e incluso sacarle partido a ese ejercicio de interpretación.
4. Arte, ciencia y entretenimiento
«Mientras no aceptemos la divulgación científica como ocio, habremos de escuchar el impertinente ‘¿y esto para qué sirve?’«. Ignacio Crespo, divulgador científico y coordinador de la sección de ciencia en La Razón, hizo este comentario en Twitter. Defendía la validez de la divulgación científica como entretenimiento, sin necesidad de cumplir una finalidad superior para validar este campo. La ciencia es cultura, y la cultura puede ser sencillamente algo disfrutable. Con la ilustración científica podemos decir algo parecido. Es una forma de arte y de divulgación, otra forma de cultura y otra forma de ocio. Podemos permitirnos explotar ese lado artístico sin dejar de lado la parte científica de la disciplina para, sencillamente, hacer de la ilustración científica un producto de ocio y disfrute, y acercar así la ciencia a todo el mundo.
Según Steven Heller, director de arte del New York Times durante más de treinta años, «la ilustración es una herramienta de comunicación y un medio de entretenimiento. Los resultados de ambas vertientes son muy poderosos (y también rentables) en la cultura actual«. La ilustración científica es una forma más de ilustración, y su capacidad para aglomerar arte, ciencia y entretenimiento es una cualidad que quizá deberíamos promover más, sin preocuparnos por perder la formalidad de la ciencia académica o de investigación.
5. Dejar espacio para el crecimiento artístico y la marca personal
Hablar y enseñar ilustración científica invitando a mantenerse como artista lo más lejos posible de la subjetividad y, por tanto, de la distinción y la personalidad artística, sería como extirpar una de las dos mitades vitales de esta disciplina. Como ilustradores científicos debemos ser flexibles, aprender la formalidad de la ciencia y de la ilustración científica formal que a veces requiere la academia, pero en ningún caso debemos forzarnos a mantenernos en esa línea por miedo a perder el calificativo «científico». Si somos ilustradores, somos artistas y, el crecimiento artístico, la libertad creativa y la experimentación son partes importantes en esta profesión. Si además, somos capaces de darle una utilidad divulgativa a esa libertad creativa, posiblemente incluso aumentemos el valor de lo representado.
No hay que restarle valor al aspecto artístico que posee irremediablemente una disciplina artística como es la ilustración científica. La ilustración científica para divulgar puede ser también expresión artística a través de la ciencia, una fusión de dos ámbitos que tienen mucho en común (por ejemplo, la creatividad), y un espacio para que tanto el artista como sus receptores crezcan a nivel artístico y a nivel cultural. O no, eso ya depende de cada uno.